Hoy hemos participado en el encuentro de Muixerangues en Xaló, nuestra primera trobada y nuestra tercera experiencia muixeranguera después de dos ensayos.
La dolçaina y el tabalet sonando, el olor a fiesta, a sol de primavera, mi hija subiéndome por la espalda… y después su sombra delante de mí, estirada, con los brazos abiertos, asegurándome su equilibrio…y de repente una sensación nueva y a la vez familiar, la de estar siendo parte de algo más grande, algo conectado con las raíces, con la tierra y con el interminable sueño de los humanos de desafiar a la gravedad.
Hay algo realmente potente en las experiencias de aprendizaje compartidas con las y los hijos. Cuando como adulta no estoy ni enseñando ni acompañando un momento de descubrimiento de mis hijos, sino que yo también estoy viviendo la misma emoción del descubrimiento propio. La muixeranga ha sido una de esas ocasiones mágicas.
Subida de pie en los hombros de un señor desconocido y con mi hija encima se me antoja todo como un sueño de una vida pasada, de comunidad, de tribu: mujeres y hombres de variadas edades, adolescentes, niñas y niños, todas y todos tan diferentes, juntos en este acto de armonía de los cuerpos, la fuerza de los que nos cargan, la seguridad y el arropamiento de la piña, la agilidad, ligereza y valentía de las y los niños…
La piña, sosteniendo la comunidad, para que el individuo, la niña o el niño, pueda explorar las alturas y estirar los límites de su realidad y de su ser.
Hoy se me antoja la muixeranga como una metáfora humano-artística de la crianza consciente y respetuosa compartida en comunidad.
Gracias compañeras y compañeros de la muixeranga de Pego, y a las y los de las demás muixerangues: La Torrentina, la Nova, la de Olleria, Carlet, Alacant y Campello por esta iniciación a la aventura de la muixeranga. ¡Nos vemos en el siguiente ensayo!
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